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Ciudadano real:condición de hombre participativo (página 2)



Partes: 1, 2

Epígrafe 1.1

  1. Epígrafe
    1.2 Se nace o se hace al ciudadano

Hombre.

Puesto que pertenecemos al género
humano parecería acaso obvio decir que se nace siendo
hombre. Si nos
atenemos a las comunes definiciones aceptadas, que no rebasan el
marco de lo netamente natural de la designación del
individuo de
la especie humana, la cuestión quedaría zanjada. No
obstante, reconocer la condición de hombre implica,
iusfilosóficamente, un poco más desde que se
reivindica el término atribuyéndole la titularidad
de un conjunto de derechos naturales que
elevan la estima de dicha condición haciéndola
incompatible con instituciones
como la esclavitud y el
vasallaje, teniéndosele por estatus de cada individuo
humano que se supone, por su natural condición, igual a
sus semejantes, libre y por ende premisa básica e
ineludible para su inexcusable reconocimiento y protección
por parte del ordenamiento jurídico.

Persona.

Luego de esto todo hombre pasa a ser a la vez, por el
simple hecho de su nacimiento, persona
"…hombre con aptitud para ser titular de facultades y deberes."
Todo hombre adquiere la facultad de ser sujeto, actor y no
objeto, en relaciones sociales protegidas por el ordenamiento
jurídico a través de su reconocimiento por este,
pues "…no basta ser hombre para ser persona, sino que se
necesita además, estar investido de esa capacidad
jurídica, reuniendo los requisitos físicos o
naturales relacionados con la condición de hombre y los
requisitos atinentes al reconocimiento de la capacidad de
derecho. La capacidad podrá ser más o menos
extensa, podrá tener más o menos limitaciones y
hasta ser reducida en determinadas circunstancias, pero lo que
sí no puede concebirse jurídicamente es una persona
con incapacidad absoluta de derecho…"

Ciudadano.

Antigüedad:

Era un término ignorado en la antigüedad
aunque perfectamente podían reconoce como tales a los
individuos nacidos dentro de la polis o civitas, que como
persona, dentro de su estatus como tales, y respecto a la
sociedad en
que vivían estaban dotados de un conjunto de derechos y
deberes que le atribuían esa condición, que era
estimada por privilegio, pues no todos las personas la
poseían. Los derechos de carácter público que suponían
el presupuesto
primario para acceso al poder se
erigieron en el verdadero epicentro de las luchas políticas,
pues el estar marginado de ellos implicaba carecer de influencia
en la conformación de la voluntad general que
determinaría el curso de la política del Estado.

Edad Media:

Al desparecer las estructuras
políticas clásicas de la antigüedad aunque
subsisten las categorías hombre y persona también
sufren bajo el influjo de la nueva sociedad que se gesta pues
"Toda la realidad feudal(…)está basada en una
estricta división en dos clases primeramente:
señores(espirituales y temporales) y
siervos. " Toda la jerarquía social y
política de este periodo está signada por la
sumisión: el vasallo a su Señor Feudal, este al
Monarca, este a la Iglesia y esta
por último a Dios, los hombres son "libres" ya que
no existe esclavitud sino
servidumbrecondición esta que por su sola esencia
contraría a la de ciudadano.

Modernidad:

Los ideólogos del liberalismo
burgués, buscando romper la estratificación
hermética de la sociedad feudal, reivindican las
categorías: hombre y ciudadano, partiendo de retomar con
nuevos bríos el derecho
natural, como fundamento de la igualdad y
libertad de
los hombres, con lo que se abrirá paso al reconocimiento
de un conjunto de derechos, algunos de ellos de corte
político que le atribuyen a su titular la posición
de ciudadano. Claro, todo esto, con mesura véase que a
pesar de partir del presupuesto de que"… la nación,
y no el monarca o príncipe, es el titular de la soberanía y la soberanía se expresa
a través de los órganos de representación
política, como el parlamento (..) la nación
es distinta del pueblo, pertenece a la nación una parte
del pueblo, ya que ese concepto de
nación estaba montado sobre la base del sufragio
censitario y capacitario.", lo cual es confirmado en la
Declaración de Derechos de la Revolución
Francesa que especifica que hay dos condiciones: la de hombre
y la de ciudadano.

Con la misma evolución de las sociedades
modernas y su lógica
repercusión en el pensamiento,
así como las luchas sociales estas limitaciones iniciales
se verán superadas hasta reconocer universalmente a todos
los individuos un conjunto de derechos, ya no solo de contenido
político, que le permitan el pleno desarrollo de
su dignidad
humana dentro de la sociedad a que pertenece. Así
quedó configurado, al menos en principio, con la
atribución de un grupo de
derechos que le permiten actuar, con mayor o menor eficiencia en la
vida pública de su sociedad, el ciudadano moderno,
merecedor al menos en el plano formal de tal
condición.

Epígrafe 1.3 ¿Qué ciudadano
tenemos hoy?

En principio tenemos en todos los ordenamientos
jurídicos la aceptación de la existencia del
ciudadano, sujeto equipado de un conjunto, más o menos
amplio, de derechos y deberes respecto a su Estado los cuales
puede ejercer a través de un conjunto de vías que
le permiten en caso de ejercerlos sistemáticamente
elevarse de la condición de ciudadano formal, en que la
simple positivación de sus derechos y deberes
vico-políticos lo han situado, al plano
superior de ciudadano efectivo, fundamentado por el uso
eficiente, consciente y responsable de los derechos y el
cumplimiento diligente de los deberes de los que se le ha
dotado.

El gran reto del ciudadano de hoy día es superar
con verdadera presteza, inteligencia y
voluntad los obstáculos que le imponen los que pretenden
manipularle según sus intereses, a fin de hacerse con el
dominio
exclusivo de las cuestiones públicas, el poder, a
través de mecanismos de la más diversa
índole, sea la generación de un sentimiento de
confianza en fuerzas políticas constituidas y consolidadas
que se alterna el poder; la instrumentación de la pérdida de la
fe en que puede hacer algo por cambiar el status quo, o
peor aun convirtiéndolo en un consumidor que es
la síntesis
de todo lo anterior, el sumum de la enajenación, un hombre volcado solo a lo
privado, como lo describe Erich Fromm "Hoy está fascinado
el hombre por
la posibilidad de comprar más cosas, mejores y sobre todo,
nuevas. Está hambriento de consumo. El
acto de comprar y consumir se ha convertido en una necesidad
compulsiva e irracional, porque es un fin en sí mismo, con
poca relación con el uso o placer de las cosas compradas y
consumirlas." Lo cual resulta sumamente provechoso a las
intenciones de quienes pretenden establecer en su beneficio el
imperio del pensamiento único pues "A menos pensamiento,
pensamiento más tiránico y absorbente."

De lo que resulta que aun cuando el ser humano nace
hombre, se le reconoce automáticamente como persona y con
ella un conjunto de derechos o facultades que le dan la
condición formal de ciudadano, son las circunstancias que
rodeen el contexto en que ese individuo se desarrolle lo que
determinará que se constituya efectivamente en ciudadano.
Luego el ciudadano formal es el simple resultado del
reconocimiento automático por el Derecho de un conjunto de
atribuciones de carácter público a la persona
individual, en tanto la condición de ciudadano real,
superior a aquella, consiste en una actitud ante
los asuntos público, que se alcanza como resultado del
contexto social en que se desarrolla la persona y también
un poco por la voluntad que ponga en participar, en no permanecer
al margen.

1.4 Los Paradigmas.

Partiendo de lo anterior sería oportuno analizar
la conexidad entre el reconocimiento de medios
participativos y su utilización con la existencia de
ciudadanos, conscientes y practicantes de su condición,
desde los modelos
clásicos y contrapuestos.

1.4.1 Participación Antigua: el Modelo de la
República Romana.

El modelo de la civitas patricio-plebeya de la
República estaba diseñado de forma tal que los
individuos podían no solo influir en él sino
también decidir y controlar, pues se partía del
reconocimiento de que la soberanía pertenecía al
pueblo y por ende solo real si era ejercida y controlada
directamente por este. Para ello estaban equipados de facultades
que les permitían insertarse en el mecanismo del poder,
tal es el caso de el derecho a Provocatio ad populum o
derecho a recurrir ante los comicios contra la pena de muerte
o castigo corporal, el lus sufragii o derecho de votar en
asambleas populares y el lus honorum o derecho de ocupar
cargos públicos, los cuales los hacía perfectamente
equiparables a los ciudadanos, categoría que sería
acuñada con posterioridad, si se parte de la
concepción de que "…el ciudadano es aquel que
reúne las condiciones necesarias para participar en la
gestión
de los asuntos públicos en el cuadro de la ciudad" y en
razón de lo que haremos alusión a los mismos
empleando dicho término.

La estructura
política romana se basada en tres órganos
fundamentales: las Magistraturas, los Comicios y el
Senado.

Los Magistrados "… eran funcionarios que debían
ocuparse de muchos y complejas funciones
electivas dirigidas a dar respuestas a los crecientes problemas de
la
administración estatal." , esta institución
contaba de modo general con un conjunto de características
entre las que destacan la electividad que concordaban con el
derecho al sufragio por lo que cada ciudadano romano tenía
las posibilidad de participar en la selección
o ser seleccionado en virtud del Ius honorum y la responsabilidad que aporta otra nota a favor de la
participación al permitir controlar la gestión de
estos mandatarios, haciéndoles rendir cuenta de su
desempeño y permitiendo la
revocación de sus nombramientos en última
instancia.

Más allá de estas vías generales en
que se intervenía en el ejercicio del poder a
través de la elección y el control de los
magistrados, una de las magistraturas, el Tribunado, estaba
dotada del ius intercessionis que la hacía
constituirse, en sí misma, en mecanismo de control al que
podían recurrir sus mandatarios para vetar decisiones de
los demás magistrados.

A esta magistratura-mecanismo de control se le suma la
posibilidad del uso de otro recurso basado esencialmente en el
valor de la
opinión popular la provocatio ad populum que
confría la posibilidad a todo ciudadano de apelar ante los
comicios por la pena impuesta por un magistrado.

En cuanto a las asambleas conocidas como comicios eran
el escenario natural de la intervención directa en los
asuntos públicos, en los cuales cada miembro gozaba, con
plena igualdad, de idénticos derechos a participar de la
elaboración de las decisiones.

Los Comicios fueron de variada naturaleza,
según el criterio que se siguiera para su organización, de ahí que existieran
Comicios Curiados, Comicios Tributos,Comicios Centuriados y Concilios de la
Plebe, siendo los más relevantes en el período que
nos interesa los dos últimos.

Los miembros de los Comicios Centuriados, obligados a
prestar servicio
militar, gozan de iguales derechos y deberes militares,
intervienen en la elección de magistrados con
Imperium y de los censores, así como en la
votación de las leyes propuestas
por los magistrados, con lo que su ius sufragii extiende
su alcance dándoles competencia
además en asuntos legislativos.

Por su parte en los Concilios de la Plebe se eligen a
los Tribunos de la Plebe y a los Ediles plebeyos, se votan los
plebiscitos propuestos y acogen la provocatio ad populum
contra los tribunos.

Con lo que se demuestra que en los comicios se creaba
espacio para el uso de todos los derechos de los ciudadanos con
implicaciones públicas.

Sobre el Senado la influencia popular va a ser un poco
más indirecta, pues sus miembros eran designados por un
magistrado y su convocatoria a cesión provenía de
un magistrado con Imperium, pero en medio del diseño
de poder explicado esto resultaba factible sin hacer peligrar los
principios de
soberanía popular.

1.4.2 Participación Actual: la
materialización del Modelo de Montesquei

Los pilares de este modelo, que es el que se ha
instrumentado en la inmensa mayoría de nuestras sociedades
y el cual se ha autodenominado democrático, fueron
establecidos sobre la base de principios diferentes: la
tripartición de poderes que supuestamente debe crear un
equilibrio y
contrapeso de atribuciones que evite los excesos, la
representación como estatus ideal de los funcionarios
electos y como complemento a la creencia de que estos mecanismos
resultan suficientes la ausencia de control del poder
estatal.

Por su propia naturaleza este sistema no crea
espacios de vinculación permanente o al menos estables y
de una significativa periodicidad.

Entre las principales vías de participación política institucional
figuran:

  1. El ciudadano dotado de derecho al sufragio activo se
    ve casi reducido a la elección de sus representantes
    que serán a su vez los miembros de los antes referidos
    poderes, especialmente ejecutivo y legislativo, y sobre los
    cuales no tendrán más control que el que cada
    uno pueda ejercer según sea su ascendencia en la
    sociedad de que se trate, sea por ser una personalidad pública respetada o por su
    peso en la economía, siendo esto último
    siempre más eficiente, pero nunca como simple
    ciudadano pues esta condición no otorga en este punto
    mayores prerrogativas al no existir medios de control
    vinculantes ni durante su desempeño ni después
    de finalizada.

  2. Las elecciones que han sido magnificadas al punto de
    que "Ha sido frecuente partir de un concepto simplista de lo
    que pueda ser la participación política y ligar
    dicho término a una determinada estructura de poder
    político- la democracia
    euro-americana-por considerar que participación
    política era igual a participación
    electoral."
  3. Las asociaciones voluntarias con fines
    políticos entre las que los partidos
    políticos constituyen el núcleo duro y
    teóricamente ofrecen "…a los ciudadanos un medio de
    hacer sentir su influencia sobre los gobernantes de una manera
    más decisiva…"

En realidad han devenido en un freno al derecho al
sufragio, tanto activo como pasivo, pues los sistemas
electorales se estructuraron sobre la base de la creencia que
la sola diversidad de partidos implicaba diversidad de ofertas
políticas y estos han creado exigencias de
campañas "competitivas" en las que el capital que
respalde la difusión de los candidatos deviene factor
determinante de la victoria, siendo así que se termina
votando por los las cúpulas de los partidos han elegido,
de entre los suyos obviamente, y sin acceso a estar siquiera
entre los propuestos como no se pertenezca a esa
élite.

No obstante constituyen un medio promisorio para la
formación de la opinión publica, pues quienes se
insertan en los mismos ganan en conocimiento
de las materias públicas y a su vez pueden cooperan con
ideas y puntos de vista sobre los más recomendable al
bienestar común.

3. y las instituciones legalmente establecidas, pero
de poco empleo como
la iniciativa legislativa, que permite a los ciudadanos,
habiendo reunido un mínimo de firmas de respaldo,
formular propuestas de leyes que quedan a consideración
las legislativo; el referendo y
el plebiscito, mecanismos de consulta popular, pero que
desafortunadamente dependen de su convocatoria por los
órganos de poder, los cuales hacen depender una
cuestión de interés
colectivo del resultado de los mismos. Mecanismos estos que
encierran en sí un considerable potencial
democratizador, pero cuyo escaso empleo los hace equiparable a
la inexistencia.

Para tener una idea más completa del contexto en
que se desarrolla la participación en las sociedades
modernas hay que considerar los factores de disuasión de
participar y los medios de
comunicación que invierten cada vez más capital
en enajenar que en producir, conformando "…lo que llamamos
violencia
simbólica, esto es, crear las condiciones espirituales,
mentales, ideológicas que finalmente permiten que los
dominados no se den cuanta de que son dominados y de este modo
puedan vivir felices. Viven felices porque no saben que son
dominados. "

De lo que resulta que aunque en un principio se
entendiera que "La sociedad moderna, desde las Revoluciones
liberales, se diferencia de la sociedad del Antiguo
Régimen, en que no solo existen políticamente los
gobernantes, sino que el hombre pasa de ser súbdito
a ser ciudadano, con la atribución desarrollo y
ejercicio de las libertades políticas. Ciudadanía, libertad, participación
y control son sustanciales a la sociedad política moderna"
los recursos
empleados por las minorías económicamente
dominantes para validar en la práctica el postulado de que
un pueblo despolitizado es más fácilmente
manipulable ha llevado al punto de hacer dudar de que, en medio
de esta tormenta, haya algún individuo "…por ahí
perdido, luchando contra los chaparrones, soportando los azotes
del viento, apretando contra su corazón el
documento que lo acredita como ciudadano con derecho a votar,
pero tal como están las cosas en el cielo, va a tardar
mucho en llegar, si es que no acaba regresando a casa y dejando
los destinos de la ciudad entregados a aquellos que un
automóvil negro deja en la puerta y en la puerta
después recoge, cumplido el deber cívico de quien
ocupa el asiento de atrás."

Capítulo II

"El futuro no hay que predecirlo, hay
que posibilitarlo."

    1. Somos partidarios de aceptar que la
      perfección es el ideal pero su consecución
      requiere de unas sociedad ideal en la que ciertamente no
      vivimos y tal vez no alcancemos a vislumbrar
      jamás. Lo que si resulta inaceptable es usar esa
      realidad como excusa y no poner nuestros esfuerzos en
      función de un futuro más
      próximo a nuestros ideales.

      Los modelos que hemos expuesto y explicados
      cuentan cada uno con elementos tanto a sus favor como en
      contra.

      El primero está diseñado para
      pequeños espacios y estructuras centrales
      próximas a la base y para ciudadanos que por su
      posición económica carecían de
      muchas de esas preocupaciones absorbentes que llevaron a
      Rousseau a admitir que, aun cuando el
      hombre es buena por naturaleza, se hace "…muy
      difícil pensar noblemente cuando solo se piensa en
      vivir". Lo que si resulta indudable es que es muy eficaz
      en la formación de ciudadanos reales al descartar
      la posibilidad de excluir o alienar al individuo de su
      lugar en la sociedad, algo que ha sido interpretado por
      muchos como que esclavizaba a los individuos a los
      asuntos públicos, argumento descartable si se
      parte de que lo que te concierne por tu propio beneficio
      no te esclaviza, tal es el caso de la libertad y ha
      quedado demostrado que "…la libertad no
      descenderá hasta el pueblo, es el pueblo quien
      debe ascender hacia la libertad"

      En el otro extremo nos encontramos con un
      sistema que preconiza que la política es algo de
      unos pocos preparados para ello desperdiciando recursos
      potenciales de participación ciudadana. Un modelo
      que aunque está concebido para la vida moderna ha
      fallado por defecto haciendo más por mantenernos
      al margen de cuestiones de nuestras propias vidas que lo
      que ha hecho por asegurarnos que las podamos vivir con
      comodidad, y es que al fin y al cabo la vida
      pública, como cosa de todos, es también un
      negocio nuestro si se requiere hablar en términos
      que ha todos resulten convincentes porque ahí
      comienza la construcción de nuestra existencia
      particular, algo que solo ignora un analfabeto
      político, que es el peor de los analfabetos, aquel
      que "…no oye, no habla, no participa de los
      acontecimientos políticos. No sabe que el costo
      de la vida, el precio
      del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del
      zapato y de los remedios, dependen de decisiones
      políticas. El analfabeto político es tan
      burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que
      odia la política. No sabe que de su ignorancia
      política nace la prostituta, el menor abandonado y
      el peor de todos los bandidos que es el político
      corrupto…."

      Luego queda claro que imitaciones
      miméticas a la larga redundarían en la
      esterilidad, por lo que cada país, según
      sus propósitos y su realidad social debe tomar, a
      su libre arbitrio, los elementos de uno y otro que le
      permitan ajustarse a su proyecto social sin ignorar que para crear
      una verdadera democracia no se puede renunciar a la
      potenciación de las vías para la
      participación.

      2.2 Participación a la
      medida.

      Sobre este particular, como tantos otros en
      ciencias
      sociales, resulta en extremo pretencioso aventurarse
      a ofrecer soluciones absolutas por lo que
      simplemente expondremos aquí un grupo
      mínimo de premisas que estimamos indispensables en
      el diseño de un sistema que intente promover la
      formación ciudadana para y en el ejercicio de su
      derecho a participar.

      En principio, sin grandes pretensiones
      doctrinales, vale la pena recordar que los conceptos que
      hemos venido aludiendo, ciudadano y participación,
      son consustanciales a la idea de democracia toda vez que
      en esta "…el ejercicio de la actividad
      político-estatal corresponde a los mismos
      ciudadanos y, por tanto, tienen estos la doble
      condición de pueblo como sujeto y destinatario, a
      la vez, del poder estatal" lo que añade a estas
      cuestiones, a la par del interés
      teórico-doctrinal, una potente
      significación práctica por lo que haremos
      nuestra exposición partiendo de la
      referencia que aporta nuestro propio sistema que se ha
      configurado de forma alternativa a tantos enfoques
      unilaterales imperantes.

    2. Epígrafe 2.1 Balance
      necesario.

    3. 2.2.1 Presupuestos imprescindibles de una
      participación eficiente.
  1. Antoine de Saint Exupery
  1. Reconocimiento de los Derechos
    Políticos.

Este es el primero de los requerimientos porque sin el
reconocimiento de los mismos todo cuanto se enumerará en
adelante sería inútil sino se confieren las
facultades de implicarse en los asuntos públicos. Ellos
figuran en la primera generación de derechos humanos
dentro de los que tienen su matización en el ámbito
de las relaciones
públicas por cuanto son "…derechos cuyos titulares
son los ciudadanos y se encarnan en las relaciones de este con
el
Estado…"

Su mero reconocimiento, es en sí mismo, un
aspecto formal pero que no por ello debe subestimarse, pues de su
configuración y de la fundamentación que se de a su
existencia dependerá en buena medida el resto de la
constitución política del Estado en
cuestión, razón por la cual estimamos, no solo
más ajustada a la verdad científica sino la
más propicia a los fines democráticos, la que parte
de reconocer que la soberanía reside en el pueblo como lo
hace nuestra Carta Magna
"Artículo 3: En la República de Cuba la
soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el
poder del Estado…"

Lo anterior se aviene perfectamente con la
opinión de García Pelayo de que "… el sistema
democrático se caracteriza por las siguiente notas:
a) la voluntad y actividad del estado se forma y se ejerce
por los mismos que están sometidos a ella, y b) por
consiguiente, el <<pueblo>>, a quien se dirige el
poder del estado, es al mismo tiempo sujeto
de ese poder del estado, es al mismo tiempo sujeto de ese poder;
su voluntad se convierte en voluntad de Estado sin
apelación superior; el pueblo es soberano."

Luego si el ciudadano es titular de la soberanía
debe estar investido de derechos para su ejercicio pero aun
cuando un derecho específico, necesario en algún
momento, no esté expresamente reconocido al ciudadano el
principio de soberanía popular puede suplir por sí
mismo tal carencia, lo que constituye una ventaja adicional,
generando un complemento de ampliación a las posibilidades
del individuo de participar y al sistema de expandir sus espacios
y fortalecer su democracia cada vez más.

2. Vías para participar.

Son la primera garantía a esos derechos y
representan a la vez la expresión y los medios para la
defensa de la soberanía.

Conocido es por todos que "La no existencia de eficaces
causes de participación política es uno de los
factores institucionales decisivos que provocan el apoliticismo
de los ciudadanos." No obstante si se revisa detenidamente
cualquier regulación sobre este asunto saltará a la
vista que la cuestión no radica tanto en el número
de espacios como en la periodicidad de su empleo y en segundo
término en la eficiencia del mismo. Si enfocamos uno por
uno los medios existentes nos percataremos que pueden ser
más aprovechados.

Comenzando por el más difundido de los estos las
elecciones que podrían su limitación actual
instrumentando un sistema de exigencia de responsabilidad a los
que resultaren electos. Para que sea efectiva la responsabilidad
debe estribar en dos puntales esenciales: la rendición de
cuentas, que
permite conocer el desempeño de estos y el intercambio de
opiniones para enriquecer sus conocimientos de las necesidades de
los electores, y la revocación del mandato, que permite
retirarlos del desempeño de sus funciones cuando no
estén cumpliéndolas debidamente. Al respecto la
constitución cubana dispone que "los elegidos tiene el
deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser
revocados de sus cargos en cualquier momento;".

Los plebiscitos y referendos son otra buena muestra ya que si
bien está delimitado su alcance por la materia sobre
la que deben recaer, siendo que a los primeros se
recurrirá para consultas referidas a asuntos de
interés general y a los segundos por temas de
carácter legal, nada limita su uso a caso excepcionales.
Una de las grandes virtudes de estos mecanismos es la legitimación que confieren a los actos o
leyes adoptados a través de ellos, tanto hacia el exterior
de la sociedad poniendo fin a insinuaciones infelices y hacia el
interior como sano ejercicio de intervención en la
construcción del modelo social de que se trate. Hoy solo
se encuentra recogido expresamente la posibilidad de referendo
para la reforma de la Constitución en Cuba pero dentro de
la historia de la
Revolución
la consulta popular antes de la adopción
de las grandes medidas sentó un importante precedente que
se puede rescatar a la luz de los
fundamentos políticos de Estado definidos en el referido
cuerpo legal y dentro de los que se encuentra el principio de
soberanía popular.

Acorde a lo estipulado constitucionalmente "
Artículo 88: La iniciativa de las leyes compete: (…) g)
a los ciudadanos. En este caso será necesario que
ejerciten la iniciativa diez mil ciudadanos, por lo menos, que
tengan la condición de electores." El recurso de
iniciativa legislativa está regulado de forma más o
menos similar en todos los ordenamientos legales en que se
prevé y comparte esencialmente los mismos atributos que el
plebiscito y el referendo, siendo igualmente de un uso muy escaso
no por responsabilidad directa del Estado, pues no es él
quien debe utilizarlo, sino de los ciudadanos, de los cuales la
inmensa mayoría desconoce su contenido y alcance cuando no
su existencia. A pesar de lo anterior el pasado resiente del
país contempla un ejemplo de ejercicio de la misma en
respaldo de nuestro sistema
político y social que ha quedado plasmado en la
Disposición Espacial de la Constitución y que
confirma a este como una importante arma de defensa de nuestras
conquistas y que como tal debe ser difundido y practicado de modo
asiduo.

La esfera de la impartición de justicia
también es susceptible de crear opciones de
participación popular permitiendo a los ciudadanos
integrar los órganos deliberantes, lo que
lógicamente requiere una cierta preparación
adicional a estos y trae aparejado un control mucho más
efectivo del desempeño de los funcionarios judiciales que
la simple audiencia pública. Con tales propósitos
en nuestro sistema judicial "Para los actos de impartir justicia
todos los tribunales funcionan de forma colegiada y en ellos
participan, con iguales derechos y deberes, jueces profesionales
y legos. El desempeño de las funciones judiciales
encomendadas al juez lego, dada su importancia social, tiene
prioridad con respecto a su ocupación laboral
habitual."

Los partidos políticos han sido otro de los
más socorridos ejemplos a los que recurren los actuales
sistemas de poder para defender su carácter participativo
alegando que la "…pertenencia a una comunidad
política abarca sus dimensiones sociales y civiles. Cada
una de estas dimensiones se sustenta en un contexto
institucional: el sistema jurídico respecto de los
derechos civiles, la educación respecto
de lo social y el sistema electoral y los partidos respeto de lo
político." Si nos atenemos a la concepción de que
para obtener pluralidad de ideas políticas no es necesaria
estructura alguna bastando con que cada individuo piense y
manifieste su sentir sobre este asunto y que además el
desarrollo pleno de los derechos electorales se puede alcanzar
dando a cada persona idénticas oportunidades de
expresión y divulgación de su candidatura, lo que
modestamente puede asumir el Estado resulta que no son para nada
imprescindibles los partidos políticos. Toda forma de
asociación que promueva el dialogo, el
pensamiento y la superación política de sus
integrantes estaría cumpliendo con idénticas
funciones que las de un partido, independientemente del nombre
que se le de, en razón de lo que no tiene nada de
censurable que el Partido Comunista de Cuba (PCC) sea el
único existente en la isla toda vez que no obstaculiza, ni
monopoliza medios de participación algunos ya que su
concepción va enfocada la
organización y orientación de los esfuerzos
comunes hacia la construcción del socialismo
amparado en su carácter de vanguardia de
la nación.

Ahora bien "…hay que decir que es participación
política toda actividad primariamente
política
del ciudadano o que sin serlo,
primariamente, se polariza al entrar en contacto
con la estructura de Poder
." ,o sea, la participación
no se agota en los causes institucionales pues los ciudadanos
interesados en hacerse parte de la vida pública realizan
otros actos que vendría a ser catalogables de
participación política informal. Las conductas que
pueden ser abarcadas dentro de esta perspectiva tiene lo
más diversos matices y van desde la lectura de
los medios de prensa de
opinión, la búsqueda de información política, la
realización de estudios e investigaciones
de tal naturaleza, la manifestación de una opinión,
la firma de una petición e incluso el tomar parte de un
debate
informal exponiendo sus puntos de vista.

Formando parte de los causes participativos anteriores
se encuentran las organizaciones
sociales, legítimas en virtud del derecho de
asociación y muy útiles en la creación de la
cultura del
intercambio, el trabajo en
colectivo y la tolerancia, que
son básicamente los mismos valores que
deben regir para el buen desenvolvimiento de todo conglomerado
humano, por lo que bien merecen el respaldo estatal al ejercicio
de sus funciones, que para nada ha de confundirse con
intervensionismo del Estado. Para la instrumentación de lo
anterior parte nuestro máximo cuerpo legal de establecer
que "Artículo 7: El Estado socialista cubano reconoce y
estimula a las organizaciones de masas y sociales (…) que
agrupan en su seno a distintos sectores de la población, representan sus intereses
específicos y los incorporan a las tareas de la
edificación, consolidación y defensa de la sociedad
socialista."

En definitiva se aprecia que el reto radica en obtener
de estos medios de participación el mayor de los provechos
antes de entrar a crear otros nuevos cuya concepción
sería más acertada como resultado de la necesidad
que de ellos encuentre el ciudadano porque el reiterado ejercicio
de la participación se lo indique, garantizando que estos
espacios sean realmente útiles y empleados.
Indisolublemente ligado a este perfeccionamiento en busca de
optimización tenemos un conjunto de factores que resultan
sensibles a la hora del adecuado desempeño participativo
dentro de los cuales uno de los de mayor peso es la educación.

  1. Educación.

El perfeccionamiento de los espacios participativos
tiene una conexidad directa y recíproca con la
subjetividad del individuo que interviene en ellos, punto en el
cual la educación entra a desempeñar su rol
instructivo y formativo de verdaderos "…titanes por la
fuerza del
pensamiento, por la pasión y el carácter, por la
universalidad y la erudición…"

Quizás porque es de conocimiento general que "La
educación hace a la persona fácil de llevar pero
difícil de manejar, fácil de gobernar, pero
imposible de esclavizar." el sistema capitalista ha potenciado,
con todos los recursos y los conocimientos de que dispone, el
consumismo que no debe ser entendido en sentido restrictivo como
la promoción de estándares de consumo
de mercancías convencionales sino como "…un movimiento
empresarial para la instrumentación democrática del
consentimiento [a través de] la penetración de
todos los aspectos de la vida (el hogar, el ocio, la psique, el
sexo, la
política, la educación, la religión) por un
ethos (o estilo de
vida) de imágenes
que todo lo consumen." La productividad, en
término económicos y no económicos, de este
recurso hacen perfectamente sostenible el postulado de que "
…la ideología cultural del consumismo resulta
útil para legitimar el capitalismo
global en todas partes."

Los grandes retos, por tanto, en este tema es que la
preparación que requiere el ciudadano de hoy debe ser
capaz de vencer la inercia, la ignorancia política y la
alineación que como "… dolorosa corona de espinas,
(…) llevan, y no lo saben, quizá porque no sangran fuera
del cuerpo, aquellos hombres a quienes no se permite ser reyes de
su propia persona."

Por ello la educación a que nos referimos debe ir
enfocada hacia la instrucción básica no
dogmática, superando los cánones convencionales,
para formar en cada persona los hábitos y habilidades que
le permitan hacer del conocimiento un proceso
constante, creciente y perfectible aparejado al propio desarrollo
de la
personalidad desde la comprensión de que "La capacidad
de conocer el mundo forma parte considerable de la conciencia de
sí mismo del ser humano"

Pertinente y necesario resulta lograr que la
formación integral parta de enseñar a leer,
escribir y pensar críticamente armonizando componentes
esenciales de toda correcta conciencia ciudadana como son el
respecto a la diversidad, la cultura del debate, el
conocimiento de la propia identidad y
sentido de pertenencia a la colectividad.

Al hacer alusión a la "…diversidad
debería interpretarse en el sentido más amplio del
término y abarcar las diferencias que incluyan pero no se
limiten a la etnicidad, la raza, el género, la
religión, la situación geográfica, el
estatuto socioeconómico y los impedimentos físicos"
lo que siéntalos pilares de la tolerancia que tanto nos
urge.

Vivir en sociedad requiere, además del
conocimiento de los derechos que en ella hemos de ostentar, el
dominio de otros elementos para el ejercicio coherente y
provechoso de estos con el de nuestros conciudadanos entre los
que merecen ser promovidos la habilidad de exponer y defender
juicios propios en público, el respeto al derecho de
terceros de manifestar sus opiniones , la aceptación las
ideas de otros que resulten mejores que las propias y la
capacidad de hacer ciertas concesiones en el favor colectivo,
esto último muy imbricado a la conciencia de pertenencia a
un ente colectivo, algo que puede estar presente desde el momento
en que las ideas que se promuevan estén dirigidas a la
consecución del bienestar común.

La aceptación de la diversidad, primero de los
elementos a los que haciamos referencia, para nada implica la
exclusión de la educación identitaria toda vez que
necesitamos saber quienes somos para poder aceptar a los
demás como son, sin perdernos o ser absorbidos. El
componente histórico cultural en el proceso educativo es
determinante para que, debidamente valorada la propia identidad,
no seamos voraces consumidores de otras identidades que pongan en
peligro el sentido de pertenencia a la colectividad nacional por
falta de identificación con esta.

Las amplísimas posibilidades de un sistema de
educación bien concebido hacen que sea "…el gran reto
del siglo XX: "invertir" en la educación, en cada persona,
de manera que esta sea cada vez más capaz de expresar,
afirmar y desarrollar su propio potencial humano, con su
singularidad, constructividad, creatividad y
responsabilidad. Y sentirse al mismo tiempo miembro de una
comunidad capaz de dialogo, de confrontación y de solidaridad.
"

Cuando decimos que la educación puede ser un reto
lo hacemos desde el conocimiento de que, a pesar de ser derecho
reconocido en muchos ordenamientos jurídicos, el paso del
Estado de bienestar al Estado neoliberal a cambiado sensiblemente
la forma en que el ente estatal está asumiendo la debida
garantía material al mismo, con lo que está
vulnerándolo al hacerlo inejercitable para quienes no
pueden pagar su educación.

La trascendencia de esta cuestión no pasó
desapercibida para la Constitución cubana. Las primeras
referencias a la educación aparecen como parte de los
Fundamentos Políticos, Sociales y Económicos del
Estado asumiendo este el carácter de garante de "…que no
haya persona que no tenga acceso al estudio, la cultura y el
deporte…" lo
que se complementa con las regulaciones del Capítulo V
Educación y Cultura entre las que se encuentra la que
establece que "…b) la enseñanza es función del Estado y es
gratuita…" y que "…En su política educativa y cultural
se atiene [el Estado] a los postulados siguientes: (…) c)
promover (…) la preparación de los niños,
jóvenes y adultos para la vida social. Para realizar este
principio se combinan la educación general y las
especializadas de carácter científico,
técnico o artístico, con el trabajo, la
investigación para el desarrollo, la
educación
física, el deporte y la participación en
actividades políticas, sociales y de preparación
militar;" aspectos cuya implementación práctica ha
sido real desde antes de la existencia misma de la norma
constitucional y que aun pueden ofrecer más a la
formación del hombre
nuevo.

4. Potenciación de los factores
estimulantes de la participación.

Estos vienen a hacerle de contrapartida a los factores
de disuasión, unido a la formación que reciba cada
ciudadano por parte del sistema educacional, al apoyar el
empeño democrático difundiendo la
consideración de la participación como un deber
moral, el
enfoque de la misma como la posibilidad de acceder a los medios
de intervención en asuntos relevantes y enfocándola
como vía de obtener satisfacción de necesidades
sociales y particulares no contrapuestas.

Claro está que el mejor de los espaldarazos lo
recibirían estas ideas si se logra que cada espacio
participativo responda adecuadamente a las razones que
fundamentan su existencia cumpliendo cabalmente sus
funciones.

Creemos sinceramente que, en principio, estos
presupuestos pueden desarrollarse en cualquier sociedad que tenga
vocación democrática toda vez que parten de
mecanismos existentes que solo demandan una comprometida voluntad
política para dar más de sí mismos sin
necesidad de ajustarse a recetas preestablecidas sino con apego
al principio de que "Ser libre es participar. La política
ha invadido todos los campos y esferas de la vida; no es ya un
comportamiento
marginal al desarrollo vital del hombre.

Valga lo anterior para desmentir, de paso, a quienes se
cuestionan si nuestro sistema es democrático al
recordarles que cuanto más participativo se sea más
democrático se es y nuestro sistema, como hemos venido
exponiendo, amen de ser perfectible, está diseñado
de forma tal que con amplitud supera cualquier tipo de escala de niveles
de participación que se pueda aplicar a las "democracias
representativas" actuales.

Una vez más al defender estas ideas nos sabemos
susceptibles de ser tomados por idealistas o soñadores por
lo que permito recurrir una vez más a la literatura para alegar que
"…son los sueños los que sostienen al mundo en su
órbita. Pero son también los sueños los que
le ponen una corona de lunas, por eso el cielo es el resplandor
que hay dentro de la cabeza de los hombres, si no es la cabeza de
los hombres el propio y único cielo. "

Conclusiones

"El destino del hombre es
esencialmente

una vocación de
libertad."

Píndaro

Como solo un buen sustrato puede proveer los mejores
frutos del mismo árbol que hubiese sido virtualmente
estéril en suelo
árido, así podemos ver que el mejor ejemplo de
ciudadano es aquel que se encuentra en una sociedad donde tiene
causes de desarrollo de su rol social, por que ese oficio de ser
ciudadano contra viento y marea, a la usanza de un Quijote
moderno, no es algo que todos pueden enfrentar.

Participar, intervenir de los asuntos públicos,
es la única vía factible para crear ciudadanos,
aquellos que por medio de la práctica repetida aprendan
las habilidades propias de quien está habituado al
ejercicio de sus derechos, y se ha conviertan en agentes activos de la
optimización y ampliación de las vías
participativas, abriendo nuevos espacios para hacerse oír
e influir en la vida pública. La interrelación
dialéctica de estas categorías hacen que,
independientemente de que puede haber una educación previa
que prepare a la persona para un mejor inicio de su vida
ciudadana, solo a través de la participación
efectiva se aquilata el valor de tales conocimientos y de los
derechos de los que disponemos pero que muchas veces,
desafortunadamente, entran en ese género de cosas que
"…todo hombre sabe que tiene pero no sabe lo que
vale."

Para el funcionamiento de un modelo de sistema
político participativo moderno esencialmente, en
principio, la cuestión no radica tanto en cambiar los
espacios de participación por otros más inclusivos,
lo cual es deseable, sino en alcanzar el máximo
aprovechamiento posible de los existentes, los cuales,
robustecidos, crean los precedentes necesarios para su posterior
expansión al preparar a los ciudadanos para hacer uso de
ellos, perfeccionarlos, y concebir los nuevos según las
experiencias prácticas les indiquen.

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, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2006

15. Teoría
del Estado y los sistemas políticos.

Constitución de la República de
Cuba

 

Autora:

Orisel Hernández Aguilar

Universidad de Pinar del Río

Departamento de Derecho

 

Partes: 1, 2
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